¿Vacunarse, si o no?

La importancia de las vacunas

Las vacunas, de una forma sencilla diremos que son medicamentos biológicos que aplicados a personas sanas provocan la generación de defensas (anticuerpos) que actúan protegiéndole ante futuros contactos con los agentes infecciosos contra los que nos vacunamos, evitando la infección o la enfermedad.

Una vez que recibimos la vacuna, nuestro organismo reconoce que esa proteína no debería estar presente y crea linfocitos T y anticuerpos que recordarán cómo combatir el virus (cómo por ejemplo el que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro).

Las vacunas previenen la propagación de enfermedades contagiosas, peligrosas y muchas veces mortales, como son la sarampión, el polio, las paperas, la varicela, la tos ferina, la difteria, el tétano y la influenza, así como enfermedades oncológicas (cáncer de hígado y de cuello uterino).

Cuando una persona se vacuna puede recibir parte del virus u otras sustancias relacionadas que estimulan una respuesta frente a una posible enfermedad. Según los componentes que contenga la vacuna, existen:

• Vacunas atenuadas: se introduce el agente causante de la enfermedad, pero no la produce, aunque puede dar síntomas leves, e induce la producción de anticuerpos protectores. Ejemplo: sarampión, rubeola, paperas, varicela, polio oral.

• Vacunas con patógenos inactivados: no pueden producir la enfermedad. Por ejemplo, la Hepatitis A.

• Vacuna con antígenos del agente patógeno en forma de subunidades: Solo se utiliza una parte del patógeno, no entero. Por ejemplo: influenza, pertussis acelular.

• Vacuna con antígeno en forma artificial: Por ejemplo, en el caso del Papilomavirus.

Mayor beneficio

Las vacunas constituyen una de las medidas sanitarias que mayor beneficio ha producido y sigue produciendo a la humanidad, previenen enfermedades que antes causaban grandes epidemias, muertes y secuelas.

Las vacunas benefician tanto a las personas vacunadas como a las personas no vacunadas y susceptibles que viven en su entorno (inmunidad de grupo).

Mediante las vacunas hemos conseguido erradicar la viruela, estamos finalizando la erradicación de la poliomielitis en el mundo, el sarampión ha dejado de ser un problema frecuente en nuestro medio (causa frecuente de encefalitis y minusvalías psíquicas hace tan sólo unos años), no tenemos casos de difteria y otras enfermedades como la tos ferina, el tétanos, la hepatitis B, las meningitis meningocócicas…están siendo controladas.

Las vacunas se administran mediante inyección, y con menos frecuencia por vía oral (poliomielitis, fiebre tifoidea, cólera, rotavirus). En muchos casos son necesarias varias aplicaciones para conseguir que el efecto protector se mantenga durante años.

Combinadas

Actualmente, para reducir el número de inyecciones se utilizan las vacunas combinadas, es decir vacunas en las que en una misma inyección se juntan varias vacunas (p.e. la vacuna Hexavalente frente a, la difteria, la tosferina, el tétanos, Haemophilus influenzae tipo b, polio y Hepatitis B,).

El número de dosis y el intervalo de tiempo entre cada una de ellas, es decir, la pauta vacunal, es importante de cara a lograr una buena respuesta y una mayor eficacia vacunal.

Para facilitar la correcta aplicación de las vacunas en la infancia todos los países tienen elaborados unos esquemas de vacunación: se llaman calendarios de vacunaciones infantiles. En ellos se definen las vacunas, las dosis y las edades de aplicación.

¿Sólo en la infancia?

Pero las vacunaciones no finalizan en la edad pediátrica, sino que los cambios epidemiológicos justifican en muchos casos continuarlas en la edad adulta, para evitar la reemergencia de enfermedades que parecían ya controladas o para reforzar su potencia inmunógena.

Aunque los niños son los que reciben la mayoría de las vacunas, los adultos también necesitan protegerse mediante la vacunación frente a gérmenes como los del tétanos, la difteria, el neumococo, la gripe, la rubéola…que son causa de enfermedades también en los adultos, en muchos casos mas graves que en los niños.

¿Tiene riesgos la vacunación?

Siempre tenemos que tener presente que “Los riesgos de la vacunación siempre serán inferiores a sus beneficios” y que “No es mejor padecer la enfermedad que recibir la vacuna: con la vacunación adquirimos protección ahorrándonos la enfermedad”.

Las vacunas son medicamentos muy eficaces y seguros. Ningún avance de la medicina ha logrado salvar tantas vidas como las vacunas, gracias a ellas las enfermedades que se percibían como amenazas dejan de existir o bien altamente disminuyen.

Su seguridad es muy alta y son los productos farmacéuticos a los que se les exigen estándares de seguridad más altos: todas las vacunas que en la actualidad se administran han demostrado claramente su eficacia y seguridad.

No obstante, es importante tener en cuenta diferentes cuestiones de cara a minimizar el riesgo, por otra parte muy bajo, de efectos secundarios. Estas precauciones deben tenerse en cuenta y considerarlas en la valoración del profesional previo a cualquier vacunación.

En algunas ocasiones pueden aparecer algunas reacciones adversas como: enrojecimiento leve y dolor en el lugar de la inyección, fiebre o dolores musculares.

En contadas ocasiones se han presentado reacciones alérgicas fuertes a alguno de los componentes de las vacunas.

Como ocurre con todos los medicamentos, tenemos que tener presente que existe un riesgo muy pequeño de que ocurra algún problema grave, pero este riesgo es siempre mucho menor que el derivado de contraer la enfermedad.

¿Qué reacciones puede producir una vacuna?

La mayoría de las reacciones que pueden producirse tras la administración de una vacuna son leves y pasajeras.

Las reacciones más frecuentes son:

• Pérdida de apetito.

• Enrojecimiento e hinchazón en el punto donde se inyectó.

• Fiebre ligera.

Todas estas reacciones suelen desaparecer al cabo de dos o tres días. No obstante el consejo es que si estos síntomas perduran tras la administración de una vacuna, lo más oportuno es ponerse en contacto con su pediatra o profesional sanitario más próximo.

En nuestro país la Agencia Española del Medicamento, examinan rigurosamente los informes sobre eventos adversos ocurridos después de la vacunación. Estos informes provienen generalmente de profesionales de la salud, personas que se han vacunado, padres, fabricantes de la vacuna o terceros.

Es importante recordar que la notificación inicial de un problema no significa que la vacuna sea la causa o haya aumentado el riesgo de que ocurriera, solo que el caso se presentó después de la vacunación.

Si los científicos que revisan los informes observan posibles problemas después de la vacunación, inician una investigación intensiva para determinar si el evento sólo coincidió con la vacunación, o si la vacuna pudo haber causado el problema.