Los deportes de riesgo son aquellos que presentan un peligro real o aparente para la integridad física de quienes lo practican, incluso un riesgo vital.
Pueden ser deportes realizados en condiciones difíciles o extremas o, simplemente, actividades de ocio cuyos riesgos no pueden ser controlados totalmente por una preparación técnica o física por extraordinaria que sea esta.
Uno de los elementos que podrían definirlos, entre otros, es la búsqueda de inyecciones de adrenalina por parte del deportista.
Los deportes de riesgo son, también, sinónimo de creatividad, pasión y experimentación, una búsqueda de nuevas emociones, del más difícil todavía, de inyecciones extra de adrenalina, que no se consiguen con la práctica de otros deportes habituales de menor riesgo. También son sinónimo de riesgo para la salud o la integridad física, incluso para la vida. Entre las condiciones que los definen como una práctica deportiva extrema, hay dos elementos que suelen ser los más frecuentes: la velocidad y la altitud, pero no son los únicos.
La lista es interminable, algunos son clásicos aunque por ello no solemos identificarlos como deportes de riesgo, otros, los más novedosos pueden parecer auténticas locuras, no deportes.
Lo cierto es que pueden practicarse por tierra, hielo o nieve:
• bici de montaña,
• esquí fuera de pista o sitios inexplorados vírgenes de alas montañas-heliesquí-,
• esquí con parapente o “snowkitting”,
• skateboarding,
• espeleología,
• descenso de barrancos o cañones,
• escalada libre,
• alpinismo,
• parkour- algo parecido a una gimnasia rítmica callejera consiste en que los practicantes van de un lado a otro de la ciudad de la forma más rápida posible, saltando o columpiándose de paramentos urbanos, cuál gibones en la selva, y que exige un grado de entrenamiento físico excepcional,
• escalada en hielo,
• fórmula 1 u otras carreras de coches o motos,
• boxeo, kickboxing…
• surf con tiburones como en Durban, Sudáfrica, o en Australia,
• kayak,
• buceo, sobre todo en cuevas,
• rafting…)
• ala delta,
• paracaidismo, desde un punto base, un edificio…o un avión,
• puenting,
• vuelo libre con alas o “wingfly”,
Una de las razones de su práctica, como hemos dicho anteriormente, es la búsqueda de emociones, el factor más atractivo de interés de la gente por los deportes extremos. La adrenalina, la intensidad es lo que los diferencia de cualquier otro tipo de deportes, pero no es el único.
Sin duda, detrás de ellos existe un gen que nos hace buscar nuestros límites o una torpe necesidad de diferenciarnos, de autoafirmación. Por ello, la lista es infinita pues la imaginación humana lo es y cada año surge alguna variante nueva.
¿Quién puede realizar deportes de riesgo?
Evidentemente, los deportes de riesgo no son para todo el mundo.
En primer lugar, para realizar la mayoría de este tipo de deportes son necesarios unos requisitos previos técnicos y físicos, años de entrenamiento en una disciplina e ir progresando en el nivel de dificultad.
Estos requisitos para practicar deportes de riesgo van mucho más allá del clásico chequeo médico para conocer nuestro estado de salud, aunque este sigue siendo necesario. Mas necesario aún será si tenemos sobrepeso o alguna enfermedad del corazón, debido a la intensa carga de adrenalina y carga emocional que poseen. Las personas con problemas físicos conocidos, de columna, extremidades o con hipertensión o con riesgo cardiovascular deben evitarlos.
Para otros deportes o actividades de riesgo, sin embargo, sólo hace falta “estar un poco o muy loco”, firmar un consentimiento y lanzarte a hacerlos: rafting, puenting, bautismos de buceo….
Aunque para muchos se requiere mucha fuerza, resistencia y destreza, años de entrenamiento, esto no es suficiente para eliminar el peligro, por lo que estos deportes han llenado los cementerios de “héroes anónimos” o “vidas malgastadas”.
Como se interpreta esto depende de cada uno. Igual que en la moda de los deportes de ultrarresistencia se repiten mantras como: no hay límites, en estos muchas personas te dirían que llevar una vida más normal es “estar muerto en vida”. Como médicos hemos de buscar explicaciones algo más científicas.
Hoy sabemos que el gen OPRL1 regula el miedo y del estrés postraumático por lo que, científicamente podríamos explicar por qué unos individuos tienen mayor predisposición a la búsqueda de límites o parecen no aprender de episodios traumáticos previos (véase un motociclista profesional, como Marc Marquez, o un conductor de F1 como Fernando Alonso, correr normalmente tras haber estado a punto de morir un día o una semana antes), mientras que otros serían propensos a desarrollar enfermedades psiquiátricas por cualquier episodio traumático.
Igual que al viajar cumplimos sueños que, a veces sólo están en nuestra imaginación, los deportes de riesgo implican impulsos o atracciones difíciles de regular.
Si nos decidimos por alguno, lo mejor es iniciarse en su práctica de la mano de profesionales experimentados que nos aconsejen. Ellos pueden determinar si estamos aptos o no para su práctica o qué actividad se ajusta más a nuestras condiciones físicas y expectativas.
El límite entre deporte de riesgo y suicidio puede estar en años de preparación física y técnica.
Imaginemos, por citar algunas, la diferencia entre un “bautismo” guiado por un monitor o un entrenamiento progresivo para iniciarnos en escalada, buceo, ascensión en hielo o travesías en hielo o de alta montaña, esquí fuera de pista, ala delta.
Algunas de estas prácticas exigen control y entrenamiento desde pequeños y son casi exclusivas de gente muy joven, otras son propias de personas de edad media, con años de desarrollo técnico y experiencia o cada vez más comunes entre profesionales destacados o altos ejecutivos que buscan experiencias más exigentes, a la altura de su ritmo de vida.
Aunque lo más frecuente, en las sociedades desarrolladas, en edades medias son los deportes de ultrarresistencia: carreras de ultrafondo, ultratrails, km vertical, triatlón, travesías, ironman, ultraman… los deportes de riesgo suponen un escalón más en la búsqueda de emociones o en la necesidad de diferenciarse de los demás, siempre han estado ahí, lo que ha cambiado es la innumerable variedad de estos surgidos en las últimas décadas.
El boxeo o la escalada libre, el alpinismo son ejemplos que aún están entre los 10 deportes de riesgo más peligrosos.
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