Los meniscos son estructuras cartilaginosas situadas en la articulación de la rodilla, entre el fémur y la tibia. Están compuestos principalmente de agua y colágeno, y presentan una estructura dura y elástica. Estas estructuras se caracterizan por actuar como amortiguadores y absorber los impactos, lo que supone menos tensión sobre los cartílagos. Además, desempeñan una función fundamental en la movilidad de la rodilla y aportan estabilidad a la articulación.
Existe el menisco interno y menisco externo, y en ambos se puede distinguir el cuerno anterior y el cuerno posterior. El menisco interno tiene una estructura más abierta, por lo que es más propenso a sufrir lesiones deportivas. Por su parte, el menisco externo posee una estructura muy cerrada.
Lesiones más habituales en los meniscos
Las lesiones en los meniscos, pueden originarse por diversos motivos según la causa subyacente. En primer lugar, estas lesiones suelen ser el resultado de un traumatismo, habitual entre deportistas, que puede ser provocado por un golpe o giro severo, o por un mecanismo de torsión. Además, las lesiones de meniscos también pueden tener un origen degenerativo.
En cuanto a las lesiones de cartílago, se pueden diferenciar varios tipos en función de las causas. Por un lado, las lesiones traumáticas son habituales en deportistas y suelen estar provocadas por traumatismos o movimientos bruscos que, muchas veces, se producen mientras se practica deporte. Por otro lado, se encuentran las lesiones degenerativas, más comunes en personas de edad avanzada. La causa principal de esta lesión es el desgaste de la articulación y la pérdida de elasticidad del menisco. En estos casos, la lesión se produce sin la necesidad de un movimiento agresivo para la articulación.
Rotura de menisco
La rotura del menisco es una de las lesiones más comunes de rodilla. Se produce cuando se pierde la continuidad con la articulación, aunque también se pueden producir roturas en el interior del menisco, lo que se conoce como meniscopatía. Dentro de las meniscopatías más comunes, se pueden encontrar el desgarro y la rotura del menisco.
Existen dos tipos principales de roturas de menisco: las traumáticas y las degenerativas. Las roturas traumáticas, generalmente se dan en gente joven, y están provocadas por un traumatismo o un movimiento brusco, que, en muchos casos, puede ir acompañada de la rotura del ligamento cruzado anterior. Suelen ser roturas grandes, por ejemplo, la rotura de asa de cubo, que afecta al menisco, prácticamente, en su totalidad.
Por otro lado, las lesiones degenerativas suelen ocurrir durante actividades cotidianas. En este caso, suelen ser roturas más pequeñas, cuyos bordes irritan el cartílago y producen dolor, por ejemplo, la rotura de pico de loro.
Síntomas de la rotura de menisco
Las roturas de menisco suelen manifestarse con una serie de síntomas característicos.
Es común que los pacientes experimenten un dolor agudo al realizar esfuerzos mínimos, acompañados de rigidez e inmovilidad en la articulación y debilidad en la pierna afectada.
En muchos casos, el paciente puede presentar inflamación en la zona, provocada por la creación de un quiste parameniscal alrededor del menisco.
En los casos de roturas degenerativas, provocadas por el desgaste y la deshidratación del menisco, es probable que el paciente no presente síntomas, o que los síntomas aparezcan con el paso del tiempo.
Diagnóstico de la rotura de menisco
Cuando el paciente acude al especialista con dolor en la articulación de la rodilla, lo primero que se realiza es una palpación y una exploración física del menisco, para ello, se suele realizar la prueba de McMurray, en la que se flexiona y se rota la rodilla, observando si el menisco se tensiona.
Además, se realizarán las pruebas de imagen necesarias. Se puede someter a un paciente a una radiografía, en la que no se observa el menisco, pero, en casos de rotura por desgaste, se podrá valorar el grado de artrosis. Sin embargo, la prueba más útil para el diagnóstico es la resonancia magnética.
En casos más extremos, en los que las pruebas anteriores no aportan información suficiente, se puede realizar una artroscopia, que permite observar el interior de la rodilla, para una exploración más precisa del menisco.
Tratamientos para la rotura de menisco
Cuando se diagnostica una rotura de menisco, en primer lugar, se suele recomendar que el paciente realice reposo y reduzca la presión sobre la rodilla, evitando movimientos bruscos o posiciones forzadas. Además, se suele recomendar la aplicación de hielo en la zona afectada y la elevación de la pierna, para que la musculatura se relaje. A su vez, se suele pautar un tratamiento antiinflamatorio, que reduzca la inflamación y alivie el dolor.
Por otro lado, los tratamientos de fisioterapia suelen ofrecer buenos resultados, ya que se centran en la rehabilitación y fortalecimiento de los músculos que rodean la rodilla, con el objetivo de estabilizar la articulación.
En algunos casos, se realizan transfusiones de células madre en el menisco. El objetivo de este tratamiento es la regeneración del cartílago afectado y recuperar su capacidad de autocuración, para así evitar futuras lesiones en el cartílago.
En ocasiones, especialmente tras roturas traumáticas, es necesario que el paciente se someta a una menisectomía, es decir, una cirugía mediante artroscopia, en la cual se extraerá una parte del menisco o, en algunos casos, el menisco en su totalidad. Sin embargo, se suele intentar realizar una sutura del menisco, lo que ofrece mejores resultados a largo plazo, ya que los meniscos tienen zonas que reciben flujo sanguíneo (vascularizadas).
Operación de menisco: tiempo de recuperación
La recuperación tras una cirugía de menisco, suele ser rápida y se suele pautar un tratamiento antiinflamatorio, para que el paciente no experimente dolor. Los primeros días, el paciente, deberá utilizar muletas para no apoyar el pie y evitar tensión en la articulación intervenida.
En este tipo de recuperaciones, adquiere gran importancia la rehabilitación, ya que evita la atrofia muscular y ayuda al fortalecimiento de los músculos que sostienen la articulación. En conclusión, la recuperación total suele oscilar entre los tres y cuatro meses.
Ejercicios para fortalecer el menisco roto
Para mejorar la fuerza y la estabilidad de la rodilla con un menisco roto, se sugieren ejercicios como:
Estiramiento de la pantorrilla: De pie frente a una pared, con las manos apoyadas a la altura de los ojos, extiende una pierna hacia atrás manteniendo el talón en el suelo y la otra pierna flexionada. Inclínate hacia la pared para sentir el estiramiento en la pantorrilla y mantén la posición durante al menos 15 segundos antes de volver a la posición inicial.
Sentadillas con una pelota: De pie de espaldas a la pared, con el cuerpo apoyado en una pelota de pilates y los pies a aproximadamente un metro de distancia de la pared, flexiona las rodillas formando un ángulo de 45 grados. Mantén la posición durante 10 segundos antes de regresar a la posición inicial.
Elevación de pierna estirada hacia atrás: Acuéstate boca abajo y levanta una pierna estirada mientras mantienes la otra apoyada con los dedos del pie estirados contra el suelo. Mantén la posición durante unos 5 segundos y repite con la pierna contraria. Estas elevaciones ayudan a fortalecer los músculos glúteos.
Elevación de talón: De pie y apoyado en una superficie para mantener el equilibrio, levanta los talones repetidamente para ponerte de puntillas. Este ejercicio fortalece los músculos de los gemelos.
Además, se recomienda la práctica de actividades como yoga, natación y ciclismo para mejorar la fuerza y la flexibilidad de la rodilla afectada. Es importante realizar estos ejercicios bajo supervisión adecuada y adaptarlos según las necesidades individuales de cada persona.
Prevención de rotura de menisco en deportistas
La salud y el rendimiento de los deportistas dependen en gran medida de la prevención de lesiones como la rotura del menisco. Algunas estrategias para prevenir que suceda incluyen:
Fortalecimiento muscular: Implementar un plan de entrenamiento que se enfoque en fortalecer los músculos alrededor de la rodilla, como los cuádriceps, isquiotibiales y glúteos. Esto puede estabilizar la articulación y disminuir el riesgo de lesiones en el menisco.
Técnica apropiada: Es fundamental que los deportistas aprendan y practiquen las técnicas adecuadas, evitando ejercer una presión incorrecta sobre el menisco.
Calentamiento y estiramiento: es esencial realizar un calentamiento adecuado para aumentar la temperatura corporal y preparar los músculos para realizar deportes. Además, los estiramientos tanto antes como después de la actividad física pueden mantener la flexibilidad, previniendo lesiones en el menisco.
Equipo de protección: Dependiendo del deporte, utilizar un equipo de protección, como rodilleras o protectores articulares puede reducir el impacto y proteger la rodilla de lesiones.
Descanso y recuperación: El sobreentrenamiento y la fatiga aumentan el riesgo de lesiones, incluidas las roturas de menisco. Por eso, es crucial que los deportistas escuchen sus cuerpos y se den el tiempo suficiente para descansar y recuperarse.
Peso saludable: Mantener un peso corporal adecuado reduce la carga sobre las articulaciones, incluidas las rodillas, lo que ayuda a prevenir lesiones en el menisco.
Siguiendo estos consejos es posible reducir significativamente el riesgo de sufrir una rotura de menisco. Es fundamental que los deportistas cuiden la salud de su cuerpo y busquen atención médica ante la presencia de cualquier síntoma que pueda indicar que se encuentra comprometida.
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